jueves, 20 de octubre de 2016

La Bailarina

Antes de La Bailarina

Es hora de ponerse las mayas y el tutú, biopic de la bailarina Loïe Fuller. Los biopics no son lo mío, pero bailar es la forma más libre de sentirse bien. Me dejo seducir por un cartel bonito y enérgico, ¿me permites este baile?

Después de La Bailarina


De lo que voy a hablar es a partir del minuto 3:15, pero si lo queréis escuchar entero, bien hecho.

¿Puede una película provocar el síndrome de Stendhal? Una sola escena de La Bailarina, sin palabras, con su baile y respiración agitada es capaz de estremecer y sobrecoger.
Es capaz de cortar más que un bisturí.
Una sola escena me hace hoy sangrar.

Tengo que reconocer otra parafilia, me encantan las respiraciones y el juego que éstas dan. Si bien lo que me fascina dentro de una obra de arte como es Knights of Cydonia de Muse es pararme a escuchar como toma aire Matt Bellamy, para mí, hace de la canción aún más brutal.
Es lo que me pasa con La Bailarina, los bailes son una preciosidad, pero que me dejen echar un vistazo dentro y poder escuchar como toma aire para crear tal belleza, cómo el esfuerzo baila y el sudor se convierte en sentimiento, me termina de enamorar.

¿La historia es fiel a la realidad? No, ni mucho menos, además que la historia y la forma de contarla no es interesante, pero ¿a quién le importa la vida personal de una bailarina? A mí me interesa verla bailar, contener la respiración, abrir mucho ojos y emocionarme.
 ¿Y a ti?

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