Con la calidad y el buen rumbo que lleva Matthew McConaughey en sus últimos trabajos, me apetece bastante ver esta película, salvo por un hecho insignificante que lo puede arruinar todo (como cuando no le pones suficiente gelatina a tu tarta y se convierte en batido de tarta de limón...) y son las palabras ''basado en una historia real''.
Soy de esa minoría que cree que no es un punto positivo en una película, debería ser agravante y no un atenuante (como que te guste una película a pesar de que Ryan Reynolds la protagonice) a la hora de la votación global de una película, la originalidad y los límites en la historia están determinados por cuan ''verídica'' sea en relación a la historia verdadera que cuenta.
Después de Los Hombres Libres de Jones
Matthew McConaughey en su salsa. Matthew entregado a la escena, es el puto amo y señor de la película. Ya hace tiempo que dejó de ser un mojabragas para adolescentes y mujeres amantes de insípidas comedias románticas para ser un hombre de verdad.
En un papel que me ha recordado a los mejores de Christian Bale, Matthew (Mateo para los amigos) está demacrado, tiene un aspecto enfermizo y desmejorado, nada apetecible para las mujeres que consumían sus antiguos trabajos, pero sí para alguna que otra veinteañera cinéfila.
Es hipnótico y absorbente, y aunque la historia no me importe lo más mínimo, la hace entretenida y muy disfrutable. Vaya que sí he disfrutado de Los Hombres Libres de McConaughey.
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