Drama de época (de los que no tengo muy buenas espectativas) a lo que se suma ser un biopic. Sesión de sadomasoquismo, allá vamos.
El Antes y Después de
Que yo sepa en los conciertos de Enrique Iglesias ahí la gente no se descojona. Emiten diversos sonidos que van desde alaridos agudos pasando por las vociferaciones más graves, hacen movimientos más o menos coordinados dependiendo del grado de alcohol en sangre, se hacen unas cuantas selfies pa´ subir a twitter, pero reírse por como canta el susodicho yo diría que no.
Un completo sinsentido, vaya.
Pero dejemos mi sentido del humor quizá raruno para hablar de la película.
Nos encontramos ante el típico caballero inglés haciendo de Hugh Grant, Meryl Streep encarnando a un personaje histriónico, sobreactuado, saturado y pasado de rosca, como va siendo habitual en su filmografía más reciente (nótese que no he utilizado la palabra decadencia) y Simon Helberg, que tiene en toda la película una sonrisa de persona que no sabe donde meterse, como cuando vas a una fiesta en la que no conoces a nadie y te quieres integrar.
Qué decir de lo demás, la ternura que intenta provoca no llega, las carcajadas que intenta contagiar se convierten en toses, algo tan cuidado como es la recreación de la época se hace invisible por su falta completa de encanto y gracia, la historia se hace larga y pesada y no encuentro ninguna razón para recomendarla.
Bueno sí, la afición completista de la cinefilia.
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