martes, 9 de febrero de 2016

Más cerca de la sensiblería que de la sensibilidad

Antes de La habitación

En el antes de hoy váis a aguantar una chapa que poco tiene que ver con el cine y mucho conmigo. Vamos por partes, hoy toca ver La habitación (Room), drama nominado a los Oscars y blablabla. Los exclusivamente cinéfilos que pasen al "después" directamente, al resto os voy a contar un secreto del que quizá no os hayais percatado: Soy un viejuno. De lo poco que sabía sobre la película antes de verla es que está dirigida por Lenny Abrahamson, lo que me hizo pensar en la primera peli que yo vi de él, "Adam & Paul", en el festival de cine de Gijón hace más de diez años. Esta nimiedad me ha dejado cierta sensación de estancamiento, a veces las gafas de pasta ahogan.
 

Después de La habitación

Aún no tengo claro si he visto un telefilm mejorado de Antena 3 o una buena película. Lo que sí tengo claro es que me hubiera gustado ver qué habría hecho Michael Haneke con el punto de partida de esta historia. Eché mucho de menos que nos obligaran a entrar en esa habitación. Como espectador te quedas fuera, lo que sucede puede resultar terrible o tierno, emocionante o evocador pero en todo momento no dejas de verlo como algo externo. Falta terror, faltan tripas. Y no, no hablo de gore. Y cuando la historia sale de la habitación no mejora en absoluto, todo lo contrario. Ahí desaparece la sutilidad con la que nos han contado la historia de estos particulares condes de Montecristo y aparecen los énfasis y subrayados innecesarios. Tanto la dirección de Abrahamson como el guión, supongo que la novela también, comienzan a tratarnos como un público no demasiado avispado y a cada rato nos recuerdan que la pesadilla no ha terminado, solamente ha mutado. Gracias por su colaboración pero ya nos damos cuenta solitos, y seguimos así durante más de una hora esperando el desenlace.

Después de todo lo dicho quizá haga falta aclarar que sí me ha gustado La habitación. El punto de partida es original, la vida en la habitación es muy interesante, Jacob Tremblay es todo un descubrimiento y hay media docena de escenas realmente emocionantes. Reconocidas sus virtudes no puedo dejar de pensar que gustará más a los fans de "Intocable" que del "Amor" de Haneke, que está más cerca de la sensiblería que de la sensibilidad.

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