Antes de Eterno Creón
Hoy voy al reestreno de Eterno Creón en el Teatro Galileo, obra que ya pude ver y disfrutar hace unos meses. Por aquel entonces no existía este blog y ni Ronoa ni yo pudimos decir qué nos pareció, ese pequeño detalle convierte este Antes en un Después. Hoy no hay prejuicio, no tengo que tirar de la intuición, no voy a ciegas. Y sí, ya lo habéis adivinado, si vuelvo es porque me pareció un montaje brutal, de los que te dejan sin aliento y se pegan a la piel durante días. Los ojos de Carmen Mayordomo transmutada en Yocasta es suficiente motivo para pasar una hora y media en la butaca pero hay muchos más, pero eso ya es otra historia. Eso viene Después.
Después de Eterno Creón
¿Se puede hacer una obra terriblemente actual con personajes clásicos? ¿Se puede hablar del poder sin caer en lugares comunes? ¿Se pueden introducir elementos cinematógraficos, y casi televisivos, en la puesta en escena para conseguir un resultado puramente teatral? Eterno Creón demuestra que sí, todo esto es posible con talento.
Mi relación con el blog, como se encarga Ronoa de recordarme a menudo, se basa en un probable diálogo con el lector. Sí, tú, que dedicas unos minutos en leer las más o menos peregrinas ideas que se me pasan por la cabeza. Y eso es Eterno Creón, un diálogo entre creador y público en el que las palabras se convierten en balas apuntando a lo que somos, como personas y como sociedad. Corruptos y podridos, egoistas y ambiciosos.
No estamos ante una obra fácil, es exigente con el espectador. Nos obliga a hacer un esfuerzo que no todos los espectadores estarán dispuestos a realizar. Si tú eres de los que no dudan a la hora de dejar que el teatro se te cuele en las tripas, esta es tu obra. No te la pierdas. Y recuerda, tanto en la vida como en el teatro lo importante no necesariamente está bajo el foco, no perdamos la perspectiva.
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