martes, 1 de marzo de 2016

Catarsis embotellada

 

Antes de Mi relación con la comida

Hace meses que quería ver Mi relación con la comida. Obra para una única intérprete, aparentemente descarnada y altamente inflamable. Teatro Galileo, allá vamos. Listo para pasar un gran mal rato. 

  
Después de Mi relación con la comida

Vomitona. Eso es Mi relación con la comida, una vomitona de la autora y una vomitona de los espectadores obligados por los dedos invisibles que se introducen en sus gargantas. Todo hubiera sido perfecto si no se realizase de una manera tan autoconsciente, no se nos produce el vómito ante la realidad triste que vemos en la obra, que vivimos en nuestro día a día. No se pretende que el espectador madure ni que descubra la realidad terriblemente desalentadora que provoca el ser humano. 

Se nos habla desde el púlpito de la verdad absoluta donde habitan los desheredados del mundo, lo cual nos depara una paradoja ya que "alguien como usted" se erige en fiscal acusador. Nos enfrenta a nuestros pecados como sociedad pero extrañamente se autoexculpa de ellos.

Quien tenga alma de flagelante disfrutará de una experiencia única, quien no la tenga tendrá que conformarse con disfrutar de la espléndida actuación de Esperanza Pedreño que se vacía literalmente en el escenario.

Querido lector, bienvenido a tu ración periódica de catarsis embotellada.

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